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Sobre el turno de oficio

En defensa del Turno de Oficio: #EsTuTurno

No es lo mismo ser atendido por un abogado de oficio que por uno que cobra 500 euros a la hora”, afirmaba hace unos meses el catedrático Ignacio Villaverde en un artículo. “Un imputado con mucho dinero para pagar un buen abogado puede salir mejor parado del proceso que otro que no cuenta con medios… contar con un buen letrado es importante. Aunque en la teoría existe la igualdad formal, en la práctica se dan situaciones desiguales derivadas de los recursos con los que cuentan las personas”, afirmaba el magistrado Joaquim Bosch en ese mismo artículo.

Habrá quien piense que son frases sacadas de contexto, pero sea cual sea éste, las palabras dicen lo que quieren decir: que un abogado de oficio es peor que uno contratado a su costa por el interesado. Duro, ¿verdad? Y, además, falso. Villaverde alude directamente a los abogados de oficio, comparándolos de forma con los abogados de libre elección. Y Bosch, portavoz de la Asociación Jueces para la Democracia, también cita veladamente a los profesionales del turno, al hablar de “buenos abogados” en contraposición a aquellos otros que, al estar peor pagados, desarrollarían una defensa de peor calidad. ¿Nos están diciendo que la tutela judicial efectiva en condiciones de igualdad es inexistente? ¿Es este el mensaje que quieren transmitir a la sociedad?

Para acceder al Turno de Oficio es necesario acreditar una experiencia y una cualificación y preparación profesionales adecuadas. Además, los abogados de oficio tienen su despacho abierto para que quien quiera y pueda contrate sus servicios. Accediendo al Turno de Oficio no hacen otra cosa que mostrar su vocación de servicio y su amor por una profesión en ocasiones tan denostada, además de un firme compromiso por facilitar al ciudadano sin recursos un acceso a la Justicia con todas las garantías, tal y como establece nuestra Constitución.

A los abogados de oficio se les exige un especial celo y dedicación, así como una especialización y formación continua y los colegios velan porque ese rigor normativo se cumpla, sin olvidar, como ya hemos dicho, que todo letrado de oficio es también letrado particular.

Ningún abogado se hace rico por estar el turno de oficio, así que no es el simple lucro lo que motiva a estos profesionales. Antes al contrario: el retraso en el cobro de una minuta exigua —a cambio de un nivel de exigencia elevadísimo con unas condiciones laborales en ocasiones penosas— debería hacernos pensar que los abogados de oficio son una suerte de héroes que ofrecen tiempo y esfuerzo para que el principio de igualdad sea algo más que una quimera. Porque la Justicia Gratuita es una obligación del estado cuyas taras soportan los abogados: cobran tarde y mal, pero no por ello dejan de aparcar los asuntos de su despacho para cumplir con las guardias y con el resto de obligaciones que se les exigen.

Es necesario, además de seguir luchando por la mejora de las condiciones laborales y salariales de los compañeros del turno, dar a conocer a la sociedad la verdadera cara de este oficio y la labor de los profesionales que a él se dedican. Declaraciones como las aquí traídas no sólo no ayudan, sino que entorpecen esta labor.

Foto: ICATF

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